Desde que en 1867 Rafael García Álvarez fuera el primer profesor en Granada que hablara de darwinismo, muchos han sido los personajes ilustres que ha legado a la ciudad el Instituto Padre Suárez. Por las aulas de este Centro han pasado figuras de la talla de Ángel Ganivet o el periodista Francisco Seco de Lucena, dejando una huella indeleble en la memoria de la ciudad. De muchos de ellos se ha acordado otro profesor ilustre del Suárez, Don José Luis Rodríguez-Campra Berbel. Presentado por Don Juan Carlos Aguilera, el geólogo accitano ha hecho un recorrido durante una hora y media por la historia del Instituto desde su creación hasta los albores del siglo XX. O lo que es lo mismo, desde la promulgación de la Ley Pidal en 1845 hasta que Alfonso XIII pusiera la primera piedra del edificio ubicado en Gran Vía número 61.
Con un ritmo y una capacidad comunicativa envidiables, José Luis ha recordado cómo era la vida de aquellos muchachos que abandonaban su casa con la ilusión de aprender y estudiar. Que recorrían 20 horas montados en burro y que ilusionados bajaban la cuesta Alhacaba para precipitarse por la calle San Juan de Dios y toparse de bruces con el palacio de los Veneroso. En este edificio custodiado por las figuras de los apóstoles San Bartolomé y Santiago tenía sede el Colegio Mayor más antiguo de la ciudad y el que iba a ser el Instituto Provincial de primera categoría de la provincia de Granada. Allí se realizaban los exámenes de acceso y se impartían clases, siempre en un horario en el que la luz del sol pudiera iluminar los pupitres y cuadernos de los alumnos ávidos de conocimiento y aprendizaje.
José Luis Rodríguez-Campra no sólo ha contribuido a crear algunos mitos, sino que en su charla se ha encargado de desmontar otros. Como aquel que dice que del «Padre Suárez han salido personalidades porque era el único lugar donde se podían formar». Como ha demostrado concienzudamente y con el rigor científico por bandera, el Instituto no era el único sitio donde se podía estudiar en la provincia, sino que había más de una veintena de colegios donde se podían formar futuros ciudadanos. No en vano, sólo estudiaban en esta institución pública un 20% de los estudiantes granadinos, por lo que llegar a otra conclusión es inevitable. Y es en este punto donde Rodríguez-Campra nos ha regalado uno de los momentos más emotivos de su conferencia: cuando ha recordado el duro camino que debía recorrer un aspirante para convertirse en profesor del Instituto provincial. Debía ser bachiller, licenciado, doctor y catedrático. No es de extrañar pues que con esos currículos y esos bagajes intelectuales, el claustro de profesores se empeñara en gastar más dinero que cualquier otra institución educativa en ir dando forma al Museo de Ciencias que hoy se conserva en el Instituto.
Para terminar, Rodríguez-Campra nos ha recordado las vocaciones que surgieron de las aulas del Suárez, recordando a periodistas como Rafael Gago Palomo o médicos como Rafael Rodríguez Méndez. La lista sería interminable y por motivos obvios no la vamos a reproducir, aunque en la galería fotográfica sí podrán dar cuenta de muchos de esos nombres. Curiosamente se ha resaltado cómo muchos de estos alumnos tenían más de una vocación. Podríamos decir incluso que tenían una personalidad poliédrica, con tantas caras y aristas como inquietudes pudieran albergar en su intelecto. Y decía curiosamente porque el propio ponente es profesor, cantante, actor de un musical, coordinador del Museo y cómo no, un gran divulgador científico. Fusionando de manera acertada a Tolkien con Milan Kundera o Luke Skywalker, el profesor Rodríguez-Campra ha sido capaz de mostrarnos con una elegante sutileza que los seres humanos podemos ser frágiles e insignificantes, pero que con trabajo y tesón podemos llegar incluso a convertirnos en inmortales.
Para cerrar la conferencia, la Directora Doña María Ruiz Palomino ha entregado la Medalla del Instituto Histórico Padre Suárez a un José Luis Rodríguez-Campra sorprendido y emocionado. Quizá el único sorprendido era él, porque las muestras de cariño y admiración de alumnos, profesores y de antiguos compañeros nos conducían inevitablemente a pensar en una sólo cosa: que Don José Luis Rodríguez-Campra Berbel es ya desde hoy leyenda viva del Instituto. Que siga iluminándonos muchos años.